El DT amarillo prefiere hablar poco antes de un Clásico y no pierde la tranquilidad.
Saca un tabaco y lo prende al borde de la cancha.
Lo inhala en repetidas ocasiones. Se rasca la cabeza. Se tira para atrás y le dice a uno de sus asistentes que tome apuntes. Luego se dirige al centro de la cancha. Ordena nuevamente su esquema. Repasa con sus brazos por donde debe correr su jugador. Luego se retira. Ordena una vez más que repitan la acción.
Con su cabeza asienta que eso es lo que quiere. Le gusta lo receptado por sus pupilos. Pero vuelve a insistir por el otro frente. Pide más sacrificio. Más entrega. En ese instante saca otro cigarrillo y lo prende. Sus dedos se muestran algo amarillos, pero no importa. Así mata las ansias de este Barcelona 2008.
Es que la historia de Ever Hugo Almeida siempre ha sido así. En el día a día. En el corre corre. Intensa. Interesante. Desde que llegó a Paraguay de su natal Uruguay su vida ha corrido a mil por hora. Tuvo que luchar hasta convertirse héroe y luego en leyenda.
En el fútbol ganó casi todo. En el Cerro de Montevideo, en el Club Guaraní de Paraguay
y en especial el Club Olimpia, en el que logró todo. Incluso, estableció un récord en Copa libertadores, ya que es el jugador que más partidos disputó en la historia de dicha competición (113 partidos).
Su fama de “ataja penaltis” también se convirtió en su sello de calidad. Infartantes definiciones culminaron con balones disparados desde los doce pasos y desviados por Almeida. “No tengo un secreto. Es una suma de cosas. Con los años yo fui conociendo a los jugadores, ya tenía una idea de hacia dónde patearían, y eso me sirvió bien, ya que en esa época, de cinco, casi seguro paraba dos”.
Incluso, de aquello hay más, pero prefiere guardarlos en el cofre de su corazón. Sol de América y Olimpia de Paraguay, CSD Municipal de Guatemala, El Nacional de Ecuador y la selección de fútbol de Paraguay en 1999 son su carta de presentación llegó a Barcelona. No todo le ha salido a la perfección. Incluso, ha tenido más detractores que defensores.
Del Clásico no quiere hablar mucho. Saca pecho cuando se le insinúa del cotejo amistoso que sostuvieron ante los azules. Menciona que eso es pasado y que cada cotejo es diferente. “Vamos a ver que pasa”, afirma Almeida que aunque no lo quiere decir, no duerme bien por esperar este cotejo. “Ni tanto. Cada partido es importante. Este partido no me quita el sueño. Yo por suerte duermo bien”.
Fuente: El Telegrafo
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